miércoles, 18 de marzo de 2009

El sueño de la permanencia

En lo más profundo del ser subyace un deseo de vivir para siempre. El yo, inmerso en su psicología de la eternidad, se percibe a sí mismo como un ente continuo, y la idea de su posible final le causa una intensa sensación de angustia. Sin embargo sabe que no ha existido siempre, porque antes del primer recuerdo se extiende la nada, aunque ese periodo infinito de oscuridad previo a la vida pasa desapercibido porque desde el punto de vista de la existencia, la no-existencia sucede en un instante; no importa cuánto tiempo dure un estado de inconsciencia, el despertar a la consciencia parecerá haberse producido de manera inmediata. Todo indica que la existencia es una luz que tiene un principio y un final, una llama ardiente entre dos abismos de perpetua oscuridad, pero mientras está sucediendo es subjetivamente eterna, y son los dos abismos que la rodean los que quedan reducidos a un instante. ¿Podría aspirar el ser a algo más que esa permanencia subjetiva? ¿Podría ser perpetuo lo que es fundamentalmente dinámico?

Nota: Este fragmento se refiere al sujeto o al yo, no a la esencia de la mente, pues esta última existe fuera del tiempo y no tiene, por tanto, inquietud alguna por su finitud. Cualquier tipo de preocupación surge cuando se introduce el sujeto.

El sueño de la existencia - La esencia de la mente

3 comentarios:

Franz Matheis dijo...

El ser humano conserva ciertos trazos de eternidad en el sentido de que no empezamos en nosotros mismos sino que parte de nosotros viene de un remoto pasado, transmitido de generación en generación.

Por otra parte cierta parte del ser se transmite también en los hijos, es una forma de alcanzar la eternidad. Una parte de ti continúa viva en tus hijos.

Iban dijo...

Lo que dices parte del supuesto de que existe una realidad exterior y otras mentes independientes. Nada de eso puede darse por supuesto en este punto. Todo lo tratado en "La esencia de lamente" tiene en cuenta solamente la realidad subjetiva de una única mente, que no esta segura de nada y se plantea su eternidad a partir de su realidad interna.

Franz Matheis dijo...

El tema de la realidad exterior también es interesante. No hay nada que nos demuestre que existe, pero sí indicios (la realidad que percibimos). En cambio, no hay nada que demuestre que no existe y tampoco indicios que nos apunten a ello.

Así que hasta que se demuestre lo contrario tendré fe en los indicios.

¿Y una vez hecho este salto de fe, no crees que lo que pongo en mi anterior comentario es una forma sutil de eternidad?