martes, 25 de enero de 2011

Premio Castillo-Puche

Mi última novela Los hijos de las sombras ha resultado ganadora del XVIII Premio de Novela Corta José Luis Castillo-Puche, elegida entre 137 obras presentadas. La novela saldrá publicada dentro de un año en la Colección Hécula. Trata de un viaje a lo desconocido, una historia de amor y el hallazgo de una sensación oculta que cambia la perspectiva del mundo. Sugiere una realidad mucho más amplia que la que percibimos a simple vista. Todo está enmascarado en una fábula.
La repercusión mediática ha sido considerable:

La verdad
Diario de Navarra
Diario de Noticias
Málaga Hoy
civiNova.com
Informativos Yecla
Blog de Ángel Silvelo en Que.es
Blog Fragmentos de Ángel Silvelo
www.deconcursos.com
www.premiosliterarios.com

jueves, 11 de marzo de 2010

La ciudad sin cielo a concurso


Mi novela La ciudad sin cielo participa desde hoy en un concurso online. El premio es la publicación y promoción de la obra por El corte inglés. La manera de pasar a la final es conseguir el máximo número de votos de los usuarios, por lo que es fundamental el apoyo de los internautas. Se puede votar una vez cada día, desde hoy hasta el 10 de abril. Para poder votar hay que registrarse previamente como lector.

¡Os animo a que votéis! Este es el enlace:
http://www.bookandyou.com/elcorteingles/custom.php?page=VIEW_SUMMARY&b=94

También podéis colaborar añadiendo esta entrada en facebook:



La ciudad sin cielo

«El hombre está todavía a las puertas. Acaba de pasar por ellas, pero aún no es consciente de la importancia de su descubrimiento. Más allá se halla un mundo de riqueza infinita. Un mundo que sus pequeños ojos aún no se han acostumbrado a ver». El filósofo visionario Leonardo Zaverio de Siracusa expresa así su sentimiento acerca del estado del conocimiento en el que se encuentra el ser humano, y adelanta en su obra Aeternitatis circumventus lo que será el futuro de la vida y la inteligencia en la Tierra. La historia que se desarrolla en La ciudad sin cielo se intercala con los textos de Zaverio, y lleva al lector a las puertas de una ciudad oculta. En la entrada, una frase tallada en la piedra reza: «Dios espera al final de un camino que nunca termina». Tras un encuentro casual en Madrid, Daniel y Agatha son las personas que más se acercan a descubrir lo que se esconde al otro lado de la inscripción. Ambos sostienen puntos de vista muy diferentes: ¿Es deseable para el ser humano el futuro se avecina? ¿Es posible una vida mejor, una Edad de Oro, a pesar de perder la posición privilegiada en el mundo? Pero ambos desconocen el alcance de la inteligencia que ha surgido en las entrañas de la Tierra, que es capaz de arrastrar a todos en su fuerte corriente para cumplir los designios de su voluntad.

lunes, 6 de julio de 2009

La suposición más pesada

La mente asume que otros cuerpos que se asemejan al suyo y se comportan de manera parecida albergan mentes propias, dotadas de la misma esencia y capacidades similares. Esta suposición que se acepta como natural, esta suposición que si no es meditada es incluso pasada por alto es una de las ideas más poderosas que se pueden concebir. Es tan poderosa como atrevida, y de forma instintiva ha sido aceptada e incorporada al sistema fundamental de creencias del individuo. Es el pilar que conduce a la aceptación de la muerte, y no sería posible sin la capacidad de auto-reconocimiento. Una mente que no fuera capaz de reconocerse navegaría por un océano de existencia ignorante de su propio final, ignorante de que esas criaturas que le resultan tan familiares son semejantes a sí misma.

El sueño de la existencia - Las otras mentes

martes, 30 de junio de 2009

La cumbre más elevada

En la escalada del conocimiento se desea alcanzar la cumbre más alta. Produce una gran satisfacción coronar las cimas de pequeñas montañas, y contemplar a nuestros pies el valle donde comenzó el camino. La ascensión ocupará toda una vida, y si un día se lograra el objetivo de alcanzar la cumbre más elevada, cuando por un momento se mire todo desde lo más alto y no se vea en el vasto horizonte ningún objetivo superior, ¿qué quedaría ya por hacer? La realidad infinita es un estímulo constante. No debe ser motivo de frustración saber que la meta del conocimiento es inalcanzable.

El sueño de la existencia - Realidad exterior

viernes, 26 de junio de 2009

El plan maestro

Vuelven las golondrinas a trazar caprichosos dibujos en el cielo claro de la tarde. Un carguero se dirige lento hacia el puerto, fluye entre los azules. Ya se ven los brillos suaves de la noche y las primeras luces de la costa que aparecen tenues a lo lejos. Vuelve a refrescar un poco tras la anterior noche de verano. El frío se agradece, es nostálgico y alimenta el pensamiento. Las calles hablan de misterio: en estos laberintos empedrados se mueve la gente de forma tan azarosa como las golondrinas sobre el mar. No vale mi opinión. Aunque observe desde lo alto estaré siempre dentro del laberinto. Por eso todo es confuso, no puedo contemplar como Dios lo haría: fuera del espacio, fuera del tiempo, por encima de estas innumerables avenidas de incertidumbre salpicadas de almas que no saben a dónde van, alumbradas por los fulgores artificiales de la noche. La fugacidad individual no es incompatible con un plan maestro. No es cierto que un hecho olvidado sea como si no hubiese existido. Al contrario, todo lo que se hace deja una huella en el curso de los acontecimientos. Tal vez todo quede grabado en alguna parte. El paso por la vida afecta al comportamiento futuro del mundo. Esta es una forma de inmortalidad, incluso si se olvida todo. La vida puede ser una pieza que encaja con maravillosa precisión en un mundo que tiene un propósito, pero no puede conocerse. Y como no se puede conocer, todas las posibilidades están abiertas.

El sueño de la existencia - Realidad exterior

lunes, 22 de junio de 2009

civiNova en la prensa

Una de mis más recientes criaturas web, civiNova.org, sale hoy en Europa Press y en todos los periódicos de Málaga. Ahora que esto está empezando necesitamos todos los usuarios posibles, así que agradecería a los lectores de este blog que os crearais un usuario en civiNova.org. ¡A ver si conseguimos una red social potente de calidad y orientada a la cultura!


Málaga:


Nacionales:



Además de la red social, también está en marcha la revista cultural civiNova.com

jueves, 11 de junio de 2009

Ocaso

Tenía pocas horas para salvarse, pero no terminaba de creerse su destino. La puerta del coche se cerró con un sonido seco, como el inicio de una cuenta atrás, un indicador de que ya estaba en el centro de la ciudad y de que todo iba en serio. En un cruce de calles, unos metros más abajo, tres prostitutas embutidas en ropa tejana ya se habían fijado en él, atraídas por su aspecto desorientado de chico formal venido a menos. Andrés las miró con disimulo y las evaluó, casi inconscientemente, pero era demasiado pronto para perderse en callejones oscuros; caminó con paso rápido primero hacia la Alameda, y continuó en busca del esplendor de la calle Larios, emblema de la ciudad de Málaga, una máscara luminosa que ocultaba, como el maquillaje espeso de las mujeres de mala vida, las miserias de los barrios deprimidos. La calle se ensanchaba en su parte más baja, y en la noche parecía la desembocadura de un río de luz que va a morir al mar. En el centro, sobre el pavimento peatonal de losas brillantes, una escultura sombría reposaba sobre un pedestal elevado: era una aparición surgida en un lugar al que no pertenecía, un dios cabizbajo que contemplaba el mundo en silencio sobre las cabezas de los viandantes. Andrés se acercó, se detuvo bajo la sombra de su bronce oscuro, la rodeó para cerciorarse, leyó la inscripción en el pedestal y a pesar de todo le resultó difícil creer que tuviera enfrente El pensador de Rodin. No pudo evitar sentir cierta envidia hacia su autor: el creador de un dios tenía que ser necesariamente otro dios, o tal vez se tratara de un ser humano al que su obra había convertido en dios, porque aquella escultura lo había hecho inmortal. Los ojos tristones de Andrés miraban hacia arriba con la expresión de un perro asustado. Siempre había querido hacer algo grande que encumbrara su nombre y lo hiciera entrar en la Historia, pero su pasado era una sucesión de proyectos inacabados. La inercia se había llevado por delante unos años preciosos que habían pasado en un suspiro, y ahora que había doblado la esquina de los treinta tenía cada vez más presentes las palabras de un escritor brillante y atormentado: «Toda vida es un proceso de demolición». ¡Cuánta razón tenía ese pobre diablo! Aquella tierra era El dorado para vividores y gente sin escrúpulos que acudían al olor del dinero fácil de procedencia dudosa, pero eso no iba con él, y por eso había sido condenado a formar parte de la gran masa de mileuristas que se arrastraba para llegar a fin de mes. No; no era la tierra prometida que había imaginado cuando llegó allí por amor, años atrás, pero se empezó a dar cuenta demasiado tarde, cuando su novia ya se había ido con un chulo de playa y su sueldo era el más bajo de toda su carrera. Había iniciado así una cuesta abajo en barrena y desde el verano sobrevivía en su refugio solitario con las migajas del paro. Aunque había pensado en marcharse y rehacer su vida, le retenía en la costa un calor pegajoso, el influjo del agua salada, las piernas femeninas que desfilaban desnudas bajo minifaldas cortísimas, y los antros de mala muerte abiertos hasta la madrugada. Ya era demasiado tarde… o tal vez no: la noche aún se reservaba la última palabra. Alzó de nuevo la vista hacia El pensador antes de continuar su camino y le pareció que la estatua le vigilaba, que sus ojos impertérritos se fijaban en él, que sus labios inmóviles se articulaban y gritaban: «¡Huye, insensato!». No hizo caso y continuó su marcha, a pesar de que su horizonte se hacía tan cuesta arriba como la calle.

[...]

Relato hecho por encargo para el libro Mala Málaga. El relato completo se puede descargar en mi perfil de civiNova, en formato PDF.