viernes, 13 de marzo de 2009

Recuerdo y olvido

La memoria tiene una importancia fundamental para la constitución de la persona. Abarca todo lo aprendido, es decir, todo lo que no es innato y se almacena. Esto incluye cualquier tipo de habilidad asimilada consciente o inconscientemente, el propio idioma, el recuerdo de estados mentales internos y todos los sucesos de una vida. Estos últimos, que constituyen el álbum de fotografías de la existencia, son sin duda la pertenencia más íntima, el tesoro más valioso que posee un individuo. Y sin embargo podría desprenderse de la mayoría de ellos sin perder sus características personales, porque el recuerdo de los hechos vividos no es fundamental para la existencia. Se olvida gran parte de lo vivido, la inmensa mayoría de los datos son filtrados por la mente, y a menudo se falsea lo que realmente sucedió. Además, no existe total certeza sobre la correspondencia de los hechos recordados con los reales. Si los recuerdos fueran modificados de la noche a la mañana, la mente despertaría con otra identidad; podría suceder un número indefinido de veces y nunca se recordaría ninguno de los cambios, ni quedaría huella de los pasados anteriores. Los nuevos recuerdos serían aceptados como propios, y la mente no sería capaz de reconocer que no le pertenecen, porque se habría creado una persona diferente al cambiar parte de su esencia. Al ser suprimidos los recuerdos originales, no habría ninguna posibilidad de recordar un estado anterior que pudiera generar nostalgia y ganas de regresar. La persona está vendida a sus memorias. La carencia de recuerdo alguno supondría el desconocimiento de la existencia de un pasado y la imposibilidad de construir cualquier sistema de creencias. Sin recuerdos sólo quedaría la esencia de la mente, esa superficie acuosa siempre lisa que todo lo refleja.

El sueño de la existencia - La esencia de la mente

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