lunes, 16 de marzo de 2009

La engañosa continuidad del yo

El individuo acepta con naturalidad que ha existido desde que tiene memoria, siempre en el mismo cuerpo y siempre bajo la misma etiqueta de un yo continuo. Pero un análisis más cuidadoso muestra que la esencia del ser no es tan continua ni tan estable, sino que evoluciona con el tiempo a largo plazo y, además, puede sufrir bruscas variaciones a corto plazo. Las diferentes fases de la vida –infancia, adolescencia, madurez…– revelan distintos gustos, ideas, y comportamientos. Ni siquiera es el mismo cuerpo el que contiene la mente en cada etapa, pero todos los cambios han sido graduales, de modo que siempre se conservan características de la existencia pasada en cada presente y se produce la sensación de continuidad. Los estados alterados –embriaguez, meditación, sueño…– que la mente puede experimentar directamente le hacen comprender que su mundo interior y su autoconciencia no son inalterables y pueden cambiar bruscamente. En definitiva, el yo no es constante, pero la existencia de recuerdos comunes produce la ilusión de unidad y continuidad.

El sueño de la existencia - La esencia de la mente

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